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sábado, 24 de marzo de 2012

Reflexión ante un GPS: el viaje de nuestra vida


FUENTE:
Boletín   de la Comunidad de Jóvenes Católicos
Reflexión ante un GPS: el viaje de nuestra vida
Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net


Resulta cómodo y seguro viajar con un GPS. Se anota en el aparatito el punto de salida y el de llegada y mientras conducimos el automóvil, vamos recibiendo las oportunas instrucciones. Si sufrimos algún error nos advierte que va a recalcular el itinerario. Funciona, según me dicen, gracias a 24 satélites en órbita que cubren, en detalle, toda la superficie de la tierra y envían las señales a cada receptor.

Parece que fue inventado con finalidad militar por las grandes potencias y como tantas otras cosas ha pasado a ser de uso común.

Entre tanto me desplazaba iba pensando que también sería interesante disponer de un dispositivo de estos para caminar seguros por la vida ya que hay tantos reclamos, carteles y letreros contradictorios que andamos, a menudo,bastante desorientados, hasta que caí en la cuenta de que todos tenemos incorporado un receptor de señales y que desde más arriba de los satélites geoestacionarios en órbita, se nos envían las oportunas señales.

Estamos dotados de razón, instrumento capaz de percibir y analizar nuestra situación en el entorno concreto en que nos movemos y de la voluntad, que posee la suficiente energía para tomar decisiones. Tenemos también la conciencia, que detecta la existencia de unas normas eternas de funcionamiento y nos advierte de peligrosas desviaciones.

Si para viajar con el GPS tenemos que saber el punto de salida y el punto de llegada, también tendríamos que conocer con exactitud nuestro punto de origen y nuestro destino, no solo para los pequeños trayectos en los que nos movemos para alcanzar esta o aquella cosa, sino para la totalidad de nuestro viaje por este mundo,eso que llamamos nuestra vida sin caer en la cuenta de que más que nuestra la tenemos prestada.
La razón y la conciencia son dos maravillosos aparatos que quizás utilizamos poco y, naturalmente, terminan estropeados. Razonar para encontrar la verdad de nosotros y nuestro entorno, para distinguir lo bueno de lo malo, lo útil de lo superfluo, lo saludable de lo nocivo, es un arduo trabajo al que renunciamos ya que nos resulta más cómodo aceptar lo que nos ofrecen en el mercado de las ideologías, de la publicidad, del consumo, de la política o de los medios de comunicación, siempre que nos faciliten la mayor cantidad de placer y nos eviten responsabilidades y preocupaciones.

Quizás por ello somos decididos partidarios del estado del bienestar que cuide de nosotros.
Nuestra conciencia puede protestar del mal uso que hacemos de la razón y de la voluntad durante un tiempo, pero termina porenmudecer sobre todo si la sobornamos diciéndole que no creemos que exista un Dios que nos pida cuentas ni que haya otra vida, más grande y definitiva, después de nuestra muerte.

Es chocante que haya tanta gente que no crea en la posibilidad de que haya otra vida, pues si la tuvieran, aunque fuera dudosa, no dejarían de tomar sus precauciones. Su razón ha aceptado cómodamente que Dios no existe y a ello se atienen, aunque caigan en la trampa de que no pueden probar “científicamente” su afirmación, mientras que el universo entero, no puede ser obra del azar, pues hecho con número, peso y medida, está reclamando un hacedor.

Podemos tener en cuenta una vieja copla que dice:

En esta vida emprestada
el buen vivir es la clave;
aquél que se salva, sabe,
y el que no, no sabe nada.

Aunque no fuera más que, por si acaso, mereceríala pena pensar que nuestro punto de destino no es la muerte, sino otra vida distinta y perdurable que hay que salvar.

sábado, 25 de febrero de 2012

Las tres claves del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2012

Las tres claves del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2012

Fuente: Ecclesia

En su mensaje para la cuaresma de este año 2012, el Papa Benedicto XVI toma como base de sus  reflexiones una frase de la Carta a los Hebreos:

Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras (10,24).

Seguramente la hemos leído muchas veces, sin advertir la profundidad que encierra. En esta ocasión, el Papa subrayar tres puntos que pueden servirnos de pauta de vida durante la cuaresma.

1. Fijémonos. Vivimos de forma apresurada, sin preocuparnos de la situación de los demás o de los desgarros que puede causar en el corazón de los otros. La indiferencia o el desinterés nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la esfera privada. Pero el textobíblico nos exhorta a estar atentos los unos a los otros. Ignorar la suerte de los hermanos puede ser nuestro pecado más grave. 

Hablamos mucho de solidaridad, pero olvidamos la fraternidad. Sólo la fe nos hace descubrir en el otro a un hermano. "Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón". Y la compasión nos llevará a descubrir las necesidades materiales de los demás: Pero también sus fallos morales para ofrecerles el don de la corrección fraterna. 

2. Los unos en los otros. Con razón dice el Papa que "una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida".

Humanamente no podemos vivir aislados. Y cristianamente, sabemos quepertenecemos a un mismo cuerpo. "Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación". Mis pecados envenenan el aire que los demás respiran, como decía el protagonista de la novela "El diario de un cura rural" de Bernanos. Los pecados de los demás son zancadillas que dificultan mi camino, pero su bondad me acompaña y me anima. Todos colaboramos a mantener la esperanza de los demás.

3. "Para estímulo de la caridad y las buenas obras". El estímulo al bien es la clave de la caridad y de la fraternidad. No hemos sido puestos en el mundo para acomodarnos en la pereza. Hemos sido llamados a caminar juntos en la santidad."El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios".

Hay que superar la tentación de la tibieza y recordar nuestra vocación a lasantidad. No todo lo que somos se reduce a las obras que hagamos. Pero no podemos dejar de practicar el bien, teniendo en cuenta que el bien ha de ser bien realizado. 

"Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10)". Buen recordatorio para este tiempo santo de preparación a la Pascua. 


FUENTE:
Boletín  de la Comunidad de Jóvenes Católicos
Las tres claves del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2012
Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net

 

sábado, 18 de febrero de 2012

¿De verdad creemos sin vacilar que Dios nos dará lo que pedimos?


¿De verdad creemos sin vacilar que Dios nos dará lo que pedimos?
Consideraciones para alcanzar la oración que sí funciona, 2ª Parte
Autor: Diana R. García B. | Fuente: elobservadorenlinea.com
Catholic.net

«Jesús les respondió: «Yo les aseguro: si tienen fe y no vacilan, .... si dicen a este monte: "Quítate y arrójate al mar", así se hará. Y todo cuanto pidan con fe en la oración, lo recibirán» (Mt 21, 21-22)

Dice san Agustín que «Dios está más deseoso de conceder que nosotros de recibir». Sin embargo, para recibir eso que solicitamos en la oración, el Señor nos pide como primer eindispensable requisito que creamos sin vacilar que se nos va a conceder.

La fe que falta
A veces puede suceder que estemos totalmente convencidos del poder infinito de Dios, de que Él efectivamente hace milagros e interviene constantemente en la vida humana; es decir, podemos tener una gran fe en el poder de Dios. Pero puede resultar que, al mismo tiempo, no estemos seguros, convencidos, afianzados en la creencia de que Dios nos va a conceder eso que pedimos, dudamos que sea voluntad divina.
«Dios sanó a mi vecino de cáncer, pero a mí... ojalá que a mí también; yo, por las dudas, le voy a pedir que me cure». Un pensamiento como éste, por fugaz que sea, no muestra esa confianza que Dios espera de nosotros. Y es que en el fondo, si bien tenemos fe en que puede librarnos de la enfermedad, no tenemos fe en que quiera librarnos de ella.

El que vacila ya fracasó
Ya con eso el orante va por mal camino, pues dice Santiago, el hijo de Alfeo,  que cuando uno le pide algo al Señor debe hacerlo «con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte. Que no piense recibir cosa alguna del Señor un hombre como éste» (Stgo 1, 6-7). Y no hay que sospechar que esta sentencia sea una particular opinión del  apóstol colada extrañamente en la Biblia, pues el propio Jesús ya había dicho: «Yo les aseguro: si tienen fe y no vacilan, .... si dicen a este monte: "Quítate y arrójate al mar", así se hará. Y todo cuanto pidan con fe en la oración, lo recibirán» (Mt 21, 21-22).
A la religiosa sor Josefa Menéndez el Señor Jesús le reveló particularmente esta misma doctrina: «Si vacilan, si dudan de Mí, no honran mi Corazón.Pero si esperan firmemente lo que me piden, sabiendo que sólo puedo negárselo si es conveniente al bien de su alma, entonces me glorifican».
Aquel que se pone a orar con duda y desconfianza, nada puede recibir.  «Nada alcanzará, porque la necia desconfianza que turba su corazón será un obstáculo para los dones de la divina misericordia», dice san Alfonso María de Ligorio. Y san Basilio: «No pediste bien cuando pediste con desconfianza».

Cómo hacer «violencia» a Dios
Cristo no puso un límite a su omnipotencia. Por lo mismo, a pesar de nuestra falta de fe, bien podría darnos lo que le pedimos. Entonces, ¿por qué no lo hace? Porque nos falta confianza. Dice san Alfonso María de Ligorio que «la causa de que nuestra confianza en la misericordia divina sea tan grata al Señor es porque de esta manera honramos yensalzamos su infinita bondad, que fue la que Él quiso sobre todo manifestar al mundo cuando nos dio la vida».
A santa Gertrudis le reveló el Señor que el que pide con confianza tiene tal fuerza sobre su corazón, que no parece sino que le obliga a oírle y darle todo lo que pide. Lo mismo afirmó san Juan Clímaco: «La oración hace dulcemente violencia sobre Dios».

¿Qué hacer cuando la confianza se nos escapa?
Vuelve san Alfonso María de Ligorio con sus enseñanzas: «Verdad es que hay momentos en que, por aridez del espíritu o por otras turbaciones, que agitan nuestro corazón, no podemos rezar con la confianza que quisiéramos tener. Mas ni en estos casos dejemos de rezar, aunque tengamos que hacernos violencia... ¡Oh, cómo se complace el Señor al ver que en la hora de la tribulación, de los temores y de latentación, seguimos esperando en Él contra toda esperanza, esto es, contra aquel sentimiento de desconfianza que la desolación interior quiere levantar en nuestro espíritu!... Perseveremos en la oración hasta el fin. Así lo hacía el Santo Job, el cual repetía generoso: ...Dios mío, aunque me arrojes de tu presencia no dejaré de orar». Y ése es, precisamente, el segundo requisito para obtener lo que pedimos en la oración: la perseverancia.