El Evangelio de San Juan habla de diversas fiestas judías, especialmente la Pascua, sobre la que hace referencia por lo menos tres veces[1]. Sobre este tema, al comparar con los Sinópticos, estos solo la refieren una vez, al hablar de la pasión y muerte de Jesús.
Las fiestas a las que Juan hace mención, pueden ser consideradas como el gran preludio de las fiestas cristianas, siendo la Pascua Judía el pasado de la nueva Pascua que en la que Cristo es la víctima perfecta consigue para nosotros la Redención[2].
En el ámbito Judío, la fiesta de la Pascua que se celebra en la primera luna llena de primavera, tiene como significado el recuerdo de la huida de los judíos de Egipto, con la protección de Dios, y con Moisés como intermediario, pudiendo de este modo librarse de la esclavitud. Durante los ocho días que dura la fiesta se consumen panes ázimos. Su origen puede verse en el libro del Éxodo[3]
Al contemplar lo que Juan trasmite en el Evangelio, se observa a un Jesús vivió las fiestas judías; no es posible considerar que de su parte hubiese desprecio por las mismas, al contrario al celebrarlas descubría en ellas un significado profundo que posiblemente se escapaba de la percepción de las personas de la época, en estas fiestas Jesús celebraba con plenitud la significancia ceremonial y ritual, pues de cada una de ellas surge una enseñanza profunda.
Jesús en la Fiesta de la Pascua vive un capítulo de enseñanza en el Templo. Es sabido que uno de los motivos de choque entre Jesús y el pueblo fue por el valor del Templo. Según el relato de Juan, se pude ver que para Jesús se trataba de una figura de sí mismo[4], pues la presencia de Dios ya no son los muros, sino el nuevo templo que se construye con los corazones de los fieles que van al Templo habitado por el Espíritu Santo.
Por este motivo, cuando Jesús dice "Destruid este Templo y en tres días lo reconstruiré", lo hace para denotar que el templo en una especie de ídolo que distrae los ojos del hombre del mismo Dios que les presenta a su Salvador. De esta manera Jesús en la Pascua Judía anuncia la nueva Pascua, que es su Resurrección.
Así las cosas, el Evangelio de Juan coloca la manifestación salvadora de Jesús al inicio de su actividad pública y en el marco de una fiesta de Pascua en Jerusalén. De esta manera, aprovechando la comunicad que se reúne en torno a la fiesta, es relacionada por Juan con Jesús y su comunidad. Este hecho es repetitivo a lo largo de todo el Evangelio en las diversas fiestas mencionadas.
La Pascua Judía es entonces aprovechada y confrontada por Jesús, presentando una nueva alianza, derivada de El, por El y para El.
Así, el lenguaje de mercaderes, palomas, bueyes, látigo, cambistas y demás, representan el interés que le hombre tiene por construir en torno a un culto, el poder y la habilidad para hacer del pueblo un esclavo, alejándolo de la verdad y del espíritu que ahora es El, en donde la relación nace del amor y la caridad, Dios es dación y por ahora el templo es material en torno al comercio.
Desde todo lo expuesto, la fiesta de la Pascua, dada la importancia que tiene para los Judíos su celebración, la reunión en multitud y los hechos que la rodean, se convierte en la mejor de las oportunidades para Jesús y el Evangelista de dar paso a lo que es ahora nuevo e importante, definitivo y eterno.
[1] Cfr. Jn 2, 13; 6, 4; 12, 1; 18, 28
[2] Cfr. 1Co 5, 17
[3] Cfr. Ex 12, 1-11
[4] Cfr Jn 1, 14
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jueves, 16 de septiembre de 2010
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1 comentario:
Me gusta pasar las Pascuas en departamentos Argentina con mi familia así estamos unidos aunque sea por unos días!
Saludos
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